Ante los resultados de las elecciones PASO en el país y el giro a la derecha, una reflexión preocupante ante el retrocedo en derechos
La palabra libertad es tan bella que no vamos a dejar que nos la saquen de las manos.
La historia reciente y no tanto nos ha sido arrebatada por odio, por armas, por violencia ¿y qué nos trajo? Oscuridad. Tristeza. Pérdidas.
Dudamos que una sociedad como Argentina, quiera retroceder. Nos pone triste que jóvenes voten por ver videos en Tik Tok. Pero a la vez este gesto nos indica que no sólo jóvenes, sino mucha gente está gritando que está HARTA.
Y votar hartos eso es un peligro. No podemos pensar bien y tomamos decisiones desmesuradas.
Y es cierto. Así ya no podemos seguir: empobreciendo territorios, saqueando recursos, teniendo miedo de salir a la calle, con altos índices de pobreza e indigencia.
Pero el remedio que se votó es peor que la enfermedad.
¿Qué clase de libertad es esa que avanza? ¿La del odio?
¿Qué clase de libertad avanza? ¿La de proponer privatizar la educación y salud pública? ¿Para que sea paga? ¿Y quién va a poder pagarla? ¿Cómo? Cuando sabemos que la educación tiene un rol de integración social y la salud es clave.
¿Qué clase de libertad avanza? ¿La de luchar contra la inseguridad con más odio?
¿Qué clase de libertad avanza? ¿La de portar armas? Cuando vemos las situaciones nefastas que se viven, por ejemplo, en las escuelas de Estados Unidos.
¿Qué clase de libertad avanza? ¿La que se opone a un derecho históricamente conquistado como es el del aborto?
¿Qué clase de libertad avanza? ¿La de una mujer que dentro de ese mismo bloque denuncia que «se intercambian candidaturas por favores sexuales y dinero»?
¿Qué clase de libertad avanza? ¿La de prohibir la ESI, diciendo que la educación empieza en casa? Cuando sabemos que la mayoría de los abusos sexuales en la infancia se dan en un espacio intrafamiliar.
Vemos que avanza la libertad de querer destruir los cimientos de un país, los pilares democráticos para que sea más fácil saquearnos del todo. Abusar de nosotrxs. Destruir, en vez de fortalecer lo que tenemos. Retroceder mil casilleros, en vez de verdaderamente avanzar.
Sólo deseamos que avance la libertad del amor, de la empatía, de la felicidad. No la del odio.