Gabriel Boric, diputado de izquierda en Chile, derrotó al candidato de ultraderecha José Antonio Kast, convirténdose en el nuevo presidente del país. Fue con un amplio margen: 55,87% frente al 44,13%. Con 36 años, es el primer millennial en convertirse en presidente en América Latina. Conocelo en esta nota.
Texto de: Felipe Herrera Aguirre desde Chile
Las imágenes de televisión lo muestran sonriente, tranquilo, contento. Se acerca con confianza a la reja donde decenas, sino cientos de personas lo esperan, le gritan, le estiran la mano, le ofrecen regalos. Él los abraza, les da la mano, les recibe lo que tienen para darle. Todo eso en plena Plaza de la Ciudadanía, frente al Palacio de La Moneda, la casa de gobierno.
Con más del 55 por ciento de los votos y la votación más alta en la Historia de Chile, Gabriel Boric Font, de 35 años, 10 meses, una semana y un día, se convertirá el próximo 11 de marzo en el presidente chileno más joven de todos los tiempos.
Este es su primer acto en tal calidad: se reunirá con el presidente saliente, Sebastián Piñera, un empresario multimillonario a quien Boric a desafiado en cámara decenas de veces desde el 2011, cuando fue electo presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.Con su barba y cabello desordenados, salió a la calle junto a millones de estudiantes para pedir una reforma total al sistema de educación chileno, privatizado durante la Dictadura de Augusto Pinochet y por el cual miles están endeudados.
Diez años después, este 20 de diciembre todo es celebración, alegría y alivio para los votantes de Boric. Pero tres semanas antes, todo era distinto.
Más amarillo
Las caras, los corazones y las almas de millones de chilenos, la noche del 21 de noviembre, estaban apretados. Asustados. Preocupados. José Antonio Kast, un ultraconservador, católico, pinochetista, hermano de un ex ministro de la Dictadura de Augusto Pinochet e hijo de un ex oficial del Partido Nazi alemán emigrado a Chile en 1950, tenía la primera mayoría para convertirse en el próximo presidente de Chile. Otro Bolsonaro para un continente y para un país en el que las desigualdades sociales han sido tierra fértil para la pandemia. Gabriel Boric, de 35 años y representante de la llamada nueva izquierda chilena, entraba segundo y con 150.000 votos menos, a la segunda vuelta.
¿Qué había salido mal? Tanto sus votantes como analistas políticos coincidían en que la campaña de Boric, quien había llegado a la instancia después de entrar en último lugar a las primarias de la izquierda, pelearse con los partidos tradicionales y pactar con el Partido Comunista, para derrotar al favorito Daniel Jadue, era demasiado elitista. Apuntaba al electorado profesional, de clase media alta y sueños aspiracionales alejados de la realidad de la mayoría de los chilenos. Por ende, debía “desñuñoizarse” (en referencia a la comuna de Ñuñoa, en el sector oriente de Santiago), bajarse del árbol que tanto había usado como símbolo de campaña y al cual se subía en su natal Punta Arenas para poder ver el Estrecho de Magallanes, e ir a la calle. Tal y como lo había hecho en 2011. El llamado en redes sociales, sobre todo en Twitter, era a hacerse más amarillo, más moderado, más centroizquierda, más socialdemócrata.
Generación de la transición
Y lo hizo. Se apareció en el norte, en el sur, en comunas tradicionalmente opositoras a la Dictadura pinochetista y olvidadas por el poder centralizado. Moderó su discurso, dio realismo a sus propuestas y buscó asesoría y consejo en figuras políticas de la Concertación, tan despreciada por el movimiento ciudadano que protagonizó el estallido social de 2019. Boric no adhiere a la Concertación, ni a sus políticas ni a sus figuras, pero fue capaz de reconocer su experiencia como valiosa.
Perteneciente a la generación hija de la transición, que creció en los Noventa en Chile, Boric sabe que los chilenos quieren cambios en el sistema pero sin perder lo que han logrado en los últimos treinta años: acceso a bienes materiales a través del consumo y estabilidad económica. Como escribió Alejandro Zambra, Boric es de la generación que logró matar al padre, fundar sus propios partidos políticos y llegar a La Moneda con sus propias ideas.
Cultura pop
“Queremos ya un presidente joven, que ame la vida que enfrente la muerte. La tuya, la mía, de un perro, de un gato, de un árbol, de toda la gente”, dice la canciónLos Salieris de Charly de León Gieco, uno de sus hits de campaña. En su primer discurso como presidente electo la noche del domingo, Boric saludó en lenguas nativas de Chile, agradeció a los niños, recalcó la importancia del medio ambiente en la era del calentamiento global y aseguró que nunca más Chile debía tener un presidente que le declarase la guerra a su propio pueblo como hiciera Piñera en 2019.
Su público, cientos de miles de personas que colmaron la Alameda, estallaba en vítores. Sus principales votantes fueron las mujeres menores de 50 años, como publicó La Tercera el lunes. Entre las mujeres menores de 30, un 70 por ciento votó a Boric. Esto a pesar de las acusaciones de acoso que Kast tanto le enrostró durante la campaña. Boric fue capaz de sanar esas heridas, reconocer sus errores y seguir adelante.
El poder de lo «viral»
El terror a la ultraderecha pinochetista en Chile hizo que la gente se moviera. Memes, cultura pop, videos, bromas, frases, campañas puerta a puerta y diálogos de todo tipo sirvieron para pasar de la angustia a los hechos. Una campaña espontánea, ciudadana, para vencer la maquinaria de fakenews y desinformación de la ultraderecha. Conocida es la foto de Pedro Pascal, actor en Game of Thrones y TheMandalorian, con una camiseta de Boric. El candidato respondió con una camiseta con la foto de Pedro Pascal con la camiseta de Boric, y Pascal respondió con una foto de Boric usando la camiseta de Pedro Pascal con la foto de Boric.
Una cámara de eco, un juego de espejos viral tan propio de la generación llamada millenial. Pero Boric no olvida el pasado. Reafirmando su intención de negociar y lograr acuerdos políticos amplios para lograr los cambios que Chile pide desde el estallido social, recordó las palabras de un viejo socialista que llegara a La Moneda hace más de 50 años. Vuelvan a sus casas tranquilos, les dijo, con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada.
Para Boric la Alameda ya está abierta, y es turno del hombre, de la mujer, de la persona libre de construir una sociedad mejor.