Le dicen el mar interno de la provincia de Córdoba y tiene características únicas. El pasado jueves alcanzó el mayor grado de protección ambiental que existe en el país. ¿Cómo pasó de ser una Reserva Provincial a un Parque Nacional? ¿Y para qué? ¿Cómo es el lugar? ¿Qué piensan sus habitantes? Conocé los detalles del futuro Parque Nacional y Reserva Nacional Ansenuza.
Dicen que si te bañás en la laguna Mar Chiquita salís con una capa blanca de sal sobre la piel y por eso hay duchas sobre la costa. Dicen que Ansenuza era el nombre de la “diosa del agua” en la que creía la población originaria. Dicen, también, que sus aves, sus pastos, sus suelos son únicos y que un territorio así amerita un cuidado ambiental especial. Y acaba de cumplirse: la creación del Parque Nacional Ansenuza es una realidad.
Dos semanas después de que la Cámara de Diputados de la Nación le diera media sanción al proyecto, con 195 votos a favor y uno sólo en contra (de la diputada libertaria Victoria Villaruel), este jueves sesionó el Senado y, por unanimidad, convirtió en ley la creación del Parque Nacional y la Reserva Nacional Ansenuza, en el noreste de la provincia de Córdoba, para darle la mayor figura de protección ambiental del país a uno de los humedales salinos más grandes del mundo.
El camino hacia la formación del Parque Nacional
Fue en agosto de 2021 cuando el gobierno cordobés selló el traspaso de gran parte de lo que era la Reserva Provincial “Bañados del Río Dulce y Laguna Mar Chiquita” a la órbita nacional. Fue luego de que su Legislatura aprobara la cesión de dominio y jurisdicción ambiental de terrenos. Casi un año después, el Congreso de la Nación sancionó la ley mediante la cual se acepta la cesión. El objetivo era el de crear un Parque Nacional, en una porción, y una Reserva Nacional, en otra. Este cambio de categoría significa mayor grado protección y atrae mayores fondos.
La nueva área protegida equivale en total a treinta veces la Ciudad de Buenos Aires: su extensión es de 661.416 hectáreas. Y si bien involucra a más de diez municipios y comunas ubicadas en sus proximidades, quizás Miramar de Ansenuza, en la costa sur de la laguna Mar Chiquita, sea la más implicada.
Compartir la riqueza natural
“Orgullosa”, dice Marta Carmen Ludueña, de 69 años, oriunda de Miramar, al conocer la noticia. “Siempre se cuidaron las aves, la vegetación, es un lugar hermoso y privilegiado de tener esa laguna salada, tan curativa”. Otras veces Marta habla en pasado y dice era. Por ejemplo, “era lindo Miramar, era grande”. Es que no olvida las dos inundaciones que vio. Una de ellas, la de 1977, dejó más de cien hoteles bajo agua y le cortó a la localidad el envión de destino turístico. Pero hay segundas oportunidades. “Pienso que esto va a fomentar mucho más el turismo, porque los parques nacionales son los que más se visitan en las excursiones”, considera esta mujer que actualmente vive en Villa María, otro distrito cordobés, pero que cada tanto vuelve a Miramar a ver esas “puestas de sol” que considera inigualables.
Por su “mar interno”, Miramar de Ansenuza es un destino elegido para vacacionar en verano por las familias cordobesas. Es muy distinto a otras regiones de la provincia caracterizadas por sus sierras y sus ríos. Las cualidades de esta región son contadas por documentalistas y difundidas en espacios especializados, como los encuentros ornitológicos, despertando el interés mundial.
Aves que habitan en Ansenuza
Este ecosistema comprende una gran diversidad de ambientes que incluyen el espejo de agua salina, los cauces de los ríos, lagunas permanentes y temporarias, playas barrosas, matorrales de arbustos y cardones, bosques, salinas, pastizales y sabanas inundables. “Cada una de las especies de fauna y flora que lo habitan es primordial para el funcionamiento y la conservación de la región”, informan desde Aves Argentinas, una organización conservacionista que viene realizando trabajo de campo en el lugar y que fue la impulsora para lograr este ascenso en el rango de protección. “El buen estado de los bañados de la región norte es crucial en términos de regulación de las inundaciones y como hábitat de una importante biodiversidad”.
Alimentada por tres ríos, Suquía, Xanáes y Petri (también conocido como Río Dulce), la laguna Mar Chiquita alberga las tres especies de flamencos que hay en Sudamérica, el austral, el parina grande y el parina chica, y esta ave se convirtió en el símbolo del lugar. Además, en la región se encuentra el 66 por ciento de todas las especies de aves migratorias y playeras registradas para Argentina, y se concentran más de 320 especies de aves.
Los desafíos
“Como Reserva Provincial se le estaba dando muy poca conservación al lugar”, cuenta Hugo Giraudo, quien trabaja hace más de veinte años en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar y también realiza safaris fotográficos. No cuentan con vehículos para recorrer el sitio, asegura, y había un solo guardaparques hasta hace un tiempo, ahora jubilado. “Las personas que están a cargo en este momento son guardafaunas, que no tienen el estudio adecuado para hacer la tarea”, cuestiona, con expectativas de que todo esto cambie en el mediano plazo.
“Estoy viendo gente de todos los puntos del país que viene a conocer lo que ya se está nombrando, un Parque Nacional. A raíz de esto hay muchos fotógrafos nacionales e internacionales que están viniendo y eso favorece al turismo y a la localidad de Miramar”, dice Hugo. “También nos visitan naturalistas, ecologistas, estudiantes de biología y eso favorece a la comunidad por el tema de la conservación y la preservación. Hace que nosotros sepamos valorar lo que tenemos”.
Movimiento Campesino de Córdoba
En la parte norte de la laguna hay campos, con principal foco en la producción ganadera. Allí conviven, o colisionan, comunidades campesinas que tienen prácticas amigables con la tierra y poseedores que llegaron los últimos años con fines de explotación. Victoria Gauna, abogada e integrante del Movimiento Campesino de Córdoba, dice que su agrupación celebra la iniciativa aunque les preocupa que haya una zona que linda con el Río Dulce que quedó como estaba previamente: sin ningún rango de protección.
Espera que la gestión del Parque y la Reserva sea “lo más compartida posible y que las comunidades puedan definir su futuro”. “Vamos a estar paso a paso tratando de que los fondos lleguen a las comunidades y que eso se traduzca en infraestructura para mejorar su calidad de vida, en mejorar la situación habitacional y de tierras”, aclara. “La idea es sanear los títulos colectivos, las posesiones, para que haya cada día menos conflictividad”. Además, Victoria señala que gran parte de la infraestructura debería estar orientada a realizar obras para garantizar el acceso al agua, que es un problema en la región.
Preservaciòn de las especies
Los fondos, cerca de seis millones de dólares, llegarán de la mano de la Fundación Wyss, una reconocida organización estadounidense. La depositaria será Aves Argentinas y quien ejecutará el capital será la Administración de Parques Nacionales, dependiente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación. “El Parque Nacional y Reserva Nacional de Ansenuza salvaguardará algunas de las especies más emblemáticas y en peligro del país, como el flamenco y el aguará guazú. No solo protegerá los increíbles valores naturales de la región, sino que también apoyará el desarrollo económico y el turismo local, sostenible y basado en la naturaleza”, prometió en un comunicado difundido por Aves Argentinas la presidenta de la Fundación Wyss, Molly McUsic.
“Hay mucha riqueza natural, ojalá que se siga manteniendo”, desea Marta, la mujer que nació allí hace casi setenta años. “Y los que han visto a Miramar destruida…”, dice, pero no termina la frase. “¿Vos conocés Miramar? Tendrías que conocer.”