La campeona argentina de aguas abiertas que nada por el mundo

Daira Marin tiene 24 años y récords batidos en lagos y mares. Es patagónica y obvtuvo el cuarto lugar en el mundo en la competencia del Circuito Mundial de Ultramaratón de la Federación Internacional de Natación (FINA) de aguas abiertas. En tan sólo un año, nadó por aguas de Canadá, Macedonia, Croacia e Italia. Exige que haya categorías de nado divididas por género y entrenamientos donde se considere el ciclo menstrual. ¿Será posible lograr natación en aguas abiertas feminista?


Gracias. Gracias. Gracias.

Repite la palabra como un mantra, mientras nada. Deseó tanto estar allí, lo recuerda en cada brazada. Se habla a sí misma, mientras siente el agua en su cuerpo. Ríe y sigue adelante. Las corrientes que la atraviesan reafirman su fuerza, no la detienen. Es una joven mujer que está cumpliendo su sueño. A su paso, rompe olas, la quietud de los lagos, enfrenta corrientes.

—Bajo el agua busco sentir… sentir el agua, sentir la fuerza de la naturaleza, sentir como estoy nadando.

Eso dice cuando sale del agua. Ella es Daira Marin y tiene 24 años. Lleva la mitad de su vida encontrando la paz y el éxito en aguas abiertas: tiene récords batidos en lagos y mares. Es patagónica y representante argentina en la competencia del Circuito Mundial de Ultramaratón de la Federación Internacional de Natación (FINA). Un circuito que es para nadadores profesionales y tiene un nivel de elite. Desde febrero y hasta septiembre de este año convocó a les 30 mejores del mundo para nadar en aguas abiertas en carreras en distintas partes del mundo y Daira quedó en cuarto puesto en el ranking mundial.

Sólo este año, nadó 32 kilómetros en el lago San Juan de Canadá: 25 kilómetros en el lago Ohird de Macedonia; 20 km en Croacia y el final del circuito de 36 kilómetros de la tradicional carrera Capri-Nápoli, en Italia.

En el agua, su cuerpo es impulso y vida

— Es un deporte que permite la conexión. Tanto si sentís una corriente, la calma del lago o la fuerza de las olas…. el agua es imponente. Cuando he nadado en Canadá, veía agua y agua para todos lados. Sentir la fuerza de la naturaleza es hermoso. Y a veces quiero ir más rápido y siento el agua como pesada, cuando hay muchas olas. Me gusta desafiar esa naturaleza desde mí naturaleza. Es ir descubriéndome: la fuerza de la naturaleza del agua me transforma para mi mejor beneficio. Suelo salir muy feliz de las carreras, porque siento que el agua me transforma.

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¿Cómo lograr nadar horas y horas sin parar? Su entrenamiento incluye no sólo nadar 16 kilómetros todos los días, sino también trabajos de fuerza y aeróbicos fuera del agua. Nada dos horas, durante la mañana, y otras dos a la tarde. Aunque hay jornadas en las que llega a las 6 horas de pileta. Más una hora de gimnasio y otra de flexibilidad. Repite sus entrenamientos de lunes a lunes, sólo a veces descansa los domingos.

La disciplina también se repite en las carreras: hidratación cada 20 minutos y una fruta o barrita de cereal cada una o dos horas de nado. Eso le permite sumar brazadas sin pausa. Meditar, repetir mantras y otros ejercicios espirituales también son claves para su resistencia.

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Los 57 kilómetros de la legendaria maratón Santa Fe-Coronda en Argentina fueron su mayor distancia recorrida. Allí, el año pasado nadó sin pausa, durante ocho horas y media, y obtuvo el décimo puesto. Aunque prefiere no conocer la profundidad de los lagos, lo más hondo que cruzó fue el lago Nahuel Huapi en Bariloche y el mar mediterráneo en Italia.

En los últimos dos años, recibió primeros puestos en prácticamente todas las carreras en las que participó, desde competencias de General Roca, su ciudad natal, hasta instancias del orden nacional e internacional. En el 2016, Daira fue subcampeona Nacional en 10 km de aguas abiertas y el Senado de la Nación Argentina le entregó un reconocimiento a su trayectoria deportiva.

En el agua, experimenta fascinación. Desde que era chica, fue la calma para sus dolores de cabeza y en los últimos años, se convirtió en el medio donde los logros no paran de suceder.

— Hay que trabajar con la flexibilidad, el buscar la fortaleza, la alegría. Es muy amplio.Trato que el entrenamiento me integre lo más posible. Todo lo que yo hago en mi vida, influye en el entrenamiento, desde el descanso, el no descanso, la alimentación. Eso hay que tenerlo presente y a la vez no enloquecer. Ese es un gran desafío.

Las competencias y entrenamientos la llevan mucho tiempo afuera de su casa. En unos días, partirá a Buenos Aires a entrenar para la primer carrera del 2020 que será en febrero. Se preparará en un complejo de alto rendimiento junto a un equipo que practica la misma disciplina. En Río Negro, aún no existe un lugar así

Cuando regresa a su ciudad, disfruta de nutrir sus vínculos familiares y de amistad. En su día a día, combina preparación física con placeres. Le interesa el medioambiente y le gusta sociabilizar, eso la llevó en distintos momentos de su vida a ser parte de agrupaciones protectoras de animales, talleres de cerámica y movimientos ecológicos.

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Daira no recibió educación religiosa en su infancia, dice que comenzó a dar sus primeros pasos hacia la espiritualidad de la mano de su madre y su padre.

— Desde el sentir que la naturaleza es mi casa, la ciudad es mi casa, no sólo cuidar el lugar en donde vivo, sino también la vereda, la calle, creer que otra persona también es una parte de mí… ese sentimiento de unidad.

Cuando tenía 16 años, fue la primera vez que Daira hizo un récord de permanencia. Nadó 26.000 metros sin parar. Al salir, 9 horas después, comenzó a ser consciente de su resistencia y fuerza interior. Meses después, obtuvo el primer puesto en una maratón acuática de 18 km entre Plottier y Río Grande.

Daira se formó en yoga kundalini, medita desde sus 10 años y busca siempre la confianza más allá de lo que puede ver o pensar.

— Quizás estoy teniendo un pensamiento… Por ejemplo, que tengo frío, que no puedo seguir si tengo frío… Entonces, lo tomo como una opción, puedo tener frío o no. Me duele el dorsal o la espalda, es una opción. Voy buscando un equilibrio. El conocerme, el hablarme a mi misma y también permitirme reir. Irme un poco de mi, estar calma, sentir y disfrutar por todo lo que hago, y en todos los momentos que viví para llegar en el lugar en donde estoy. Entonces en el agua vivo mis momentos de observación. Lo que intento es pasar de lo limitado a lo ilimitado. Nadando en las carreras siento mucho dolor en el cuerpo, entonces considero que hay una fuerza que es ilimitada, que soy más que un cuerpo. Observando eso que estoy sintiendo, busco seguir e ir trascendiendo el límite. Ahí uso entrenamiento de visualizarme como luz, para buscar sacar más energía.

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— Siempre busco honrar ser mujer y agradecer porque es vida. Todos tenemos ciclos hormonales, pero las mujeres mucho más, y eso no está tan incorporado al entrenamiento. No se arma un entrenamiento según el ciclo menstrual. Y además hay carreras a las cuales he decidido no ir, porque hacen una categoría de premiación general y para mí está bueno separar hombres y mujeres. Lo he planteado a las organizaciones. Es raro que en una general gane una mujer. Incluso en algunas premiaciones en que sí se separa en categorías, se premia diferente a hombres que a mujeres con distinto valor en lo económico o en lo que sea que se entregue, aunque todos realicemos el mismo recorrido y esfuerzo.

Daira está segura que hacer deporte desde la infancia empodera a la mujer a futuro.

— Ayuda a la libertad. Nunca me pensé que no podía algo por ser mujer, pero si cuando era chica por momentos me costó mucho, porque me acuerdo que en el equipo eran todos chicos y empezaron a desarrollar mucha fuerza, nadaban más rápido. Me comparaba mucho con ellos, no podía manejarlo de otra manera. Después me di cuenta que no tenía velocidad respecto a ellos, pero sí resistencia.

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