La desprotección de les hijes del femicidio

El 20 de junio de 2018, el frío helaba hasta los huesos. Ana Domínguez no pensaba salir a la calle. Sin embargo, un llamado telefónico de urgencia la forzó a alistarse y salir de prisa. 

 — ¡Abuela, vení! ¡Mamá está muerta! -dijo su nieta, desde el otro lado del celular.

 Ana se paralizó y por segundos se le inmovilizó la boca. Pero no vaciló.

 —Ya salgo para ahí -le respondió para tranquilizarla.

Ana se abrigó con lo que tenía a su alcance y junto a su hijo se subió al auto y en diez minutos llegó a la casa de su hija, Malvina Centurión, en Gerli, partido de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, Argentina. Allí vivía con tres de sus seis hijes y su pareja, en una humilde vivienda construida con chapas y maderas.

 —Llegué corriendo, le hice RCP, pero no respondía –recordará, años más adelante, entre lágrimas y la voz entrecortada. 

 Al costado de la cama, ahí estaba su cuerpo.

 —La llevamos al hospital Presidente Perón, en Avellaneda, pero ya no se podía hacer nada y en el lugar le vieron los hematomas en el cuello e inmediatamente detuvieron a su pareja. 

 Durante todas las horas que transcurrieron después del crimen, Ana no dejaba de recordar todas las veces que le sugirió a su hija que termine con esa relación. 

 —Desde que lo conocí, nunca me pareció una buena persona, y yo le vivía diciendo a mi hija un día te va matar si te golpea porque no tiene límites.  

 Hoy, recuerda cada consejo con el dolor y la angustia de saber que nada pudo modificar en ese momento: la mató, estrangulándola, e intentó fingir un accidente doméstico. Su hija tenía marcas de golpes en todo su cuerpo. Después de que lo detuvieron, su pareja confesó todo. 

 A meses del asesinato, el femicida de Malvina, Osvaldo Hernán Núñez, de 38 años, fue hallado sin vida en la cárcel Lisandro Olmos, ubicada en el partido de La Plata.

No llegó a su juicio final.



***

Casi un año y medio atrás, en febrero de 2017, en las calles de Alto Comedero, a unos 10 kilómetros al sureste de la ciudad de San Salvador de Jujuy, Argentina, todo era color. La música vibraba en la piel por el carnaval. Las comparsas danzaban y desplegaban todas las tradiciones de esta costumbre ancestral. Nahir Mamani de 20 años había salido temprano de su casa y  junto a su niña había planeado pasar una tarde agradable en medio de la celebración popular.

 —Cuídate y no vuelvas tarde – le dijo su padre Víctor.

 El padre de Nahir jamás imaginó que esa sería la última vez que vería a su hija con vida. 

 Durante muchos meses, Víctor presenció la violencia que ejercía la pareja de su hija contra ella. Golpeó puertas, buscó ayuda, pero no recibió respuestas. El 17 de febrero fue demasiado tarde.  

 Al llegar, Leonardo Iván Agüero, ex pareja de Nahir,  la asesinó a puñaladas: una en el corazón y otra en el hígado, delante de su beba.

 —No sé como la buscó y encontró, pero se la llevó obligada para su casa -recuerda su padre hoy- Me llamó la hermana del femicida para decirme lo que había pasado, cuando llegué al lugar, ella estaba tirada en la casa, había muerto hacía más de una hora. 

 Tras cometer el crimen, Agüero huyó del lugar por una ventana y con el cuchillo utilizado para evitar dejar evidencias que lo incriminen. Sin embargo, logró ser capturado.

 —Lo encontramos en una playa cerca de la casa. Lo mantuvimos reducido hasta que llegó la policía y se lo llevó preso –cuenta Víctor. 

 El 12 de abril de 2018 el Tribunal en lo Criminal N° 2 de Jujuy, presidido por el juez Antonio Llermanos, condenó a reclusión perpetua a Leonardo Iván Agüero por haber asesinado a Nahir Mamani. 

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Según la Asociación Civil La Casa del Encuentro -que lucha contra toda forma de violencia hacia las mujeres, niñas y niños- más de 2.400 niñes quedaron sin madre, entre el 2008 y 2018, por femicidios.

En la mayoría de los casos, sus familiares más cercanos debieron hacerse cargo. Ana y Víctor son un ejemplo. En medio del dolor, juntaron fuerzas para sacar adelante a sus nietes.

Teniendo en cuenta la desprotección en la que quedaron los y las menores y la importancia de asegurarle las necesidades básicas a les chiques, los familiares de víctimas de femicidio emprendieron una lucha para conseguir una ayuda económica por parte del Estado. 

El proyecto, impulsado por la Asociación Civil La Casa del Encuentro y bautizado como Ley Brisa que otorga una reparación económica para hijes de víctimas de femicidios, fue aprobado por el Congreso en julio de 2018 y reglamentado en octubre de ese mismo año. 

La medida recibió ese nombre en honor a la hija de Daiana Barrionuevo, asesinada a golpes por su exesposo en 2014. En aquel momento, el padre de la víctima, Osvaldo Barrionuevo, quedó a cargo de los chicos y tuvo que recurrir a los medios en busca de ayuda para poder criarlos.

La resolución trajo un poco de alivio entre las familias. Sin embargo, la felicidad duró poco. En febrero de este año, la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES) comenzó a brindar turnos para iniciar el trámite y las trabas burocráticas se empezaron a sentir. 

 —En ANSES, no sabían de que trataba la Ley Brisa, me dieron muchas vueltas y no solucionaron nada. Presenté todos los papeles necesarios y me seguían dando vueltas. Tuve que recurrir a los medios y exponer mi caso -recuerda Víctor desde Jujuy. 

 Visibilizar su caso no fue garantía de solución. Sin embargo, Víctor nunca bajo los brazos. En Jujuy, contactó al grupo de familiares que conforman Atravesados por el femicidio y una luz de esperanza comenzó a brillar. 

 —Mandé por correo los papeles y ellos fueron a entregar los documentos al Instituto Nacional de las Mujeres (INAM) y ahí comenzó a moverse todo. Además, ellos ya estaban al tanto de lo que me había pasado en Jujuy. 

 En abril de este año, todo comenzó a mejorar. 

 —Me comunicaron que me iban a depositar la plata en mayo y así fue. Con retroactivo, desde que se sancionó la Ley Brisa, cobré todo. 

 Pese al dolor, Víctor hoy tiene motivos por los que seguir adelante: su nieta.

—Ahora concurre a una salita de tres y está bien, le brindamos mucho amor, pero no saben el dolor por lo que atravesamos los familiares de las victimas. Todo es muy difícil.

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 Al momento, según el INAM, 50 beneficios ya fueron otorgados. Sin embargo, desde la agrupación Atavesados por el femicidio, aseguran que, hasta julio, solo 30 menores cobraban en todo el país la reparación económica estipulada por la ley 27.452.

 Ana Domínguez aún aguarda la reparación económica para sus seis nietes.  

 Una peregrina del dolor, a la que sólo les queda luchar por el derecho de las hijas e hijos del femicidio.

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