El río de la muerte: crónica del Ganges en India

Franca Levin es uruguaya, nómada desde 2018 y conocida en redes como @dementeconmochila. En estos momentos, está viajando por India, visitando lugares remotos del país, adentrándose en la intimidad de la sociedad hindú. En este caso, realizó esta crónica fotográfica de uno de los ríos más famosos, sagrados y contaminados del mundo: el Ganges. » Caminar por la orilla del Ganges con carita de extranjera es prestarse a que te vendan hasta lo que no existe. Un té, paseo en bote, collarcitos, saris de seda, un marido. Cuando todo está en venta, ¿dónde queda lo humano?», se pregunta y es así que ella se anima a otra clase de viajes menos instagrameros y más reales. Le dicen muchas veces que está «loca por confiar en cualquiera, pero yo prefiero esta demencia antes que mirar risas ajenas por la ventana y coleccionar postales de edificios. Dame gente, siempre gente».


Hombres llevando camillas de bambú con muertos, buscando joyas en el río, cargando leña a las hogeras, moviendo los huesos para que caigan en el fuego, secándose las lágrimas con un trapo blanco. No necesito ni preguntar que las mujeres están excluídas de la ceremonia.

Un familiar cercano se rapa por completo cabeza, bigote y barba, se baña en el Ganges para purificarse y se viste de blanco, el color de duelo en India. Es el encargado de comenzar la ceremonia una vez que colocan el cuerpo en la pila de leña. Camina cinco veces alrededor en representación de los elementos agua, fuego, aire, tierra y éter.

Crónica del Ganges en India

A medida que el cuerpo arde, las articulaciones se quiebran y caen lejos del fuego. Con un palo de bambú alguien tiene que arrimar ese pie o cráneo al centro. El cuerpo demora unas tres horas en quemarse y necesita al menos 300 kg de leña. Sin embargo, hay partes que no llegan a hacerse ceniza: las caderas de las mujeres y el pecho de los hombres. Al final del proceso, los que trabajan para el templo toman estos restos y los tiran en el río. Allí, otros hombres casi desnudos revuelven entre las cenizas con unos latones para recuperar las joyas de oro que se mezclaron con los restos.

Todos los días entre 150 y 200 familias se acercan a la orilla del Ganges, en la ciudad de Varanasi, a cremar un ser querido. Según el hinduismo, quienes se hacen ceniza en este lugar rompen el ciclo de la reencarnación y acceden finalmente al Nirvana. Ritual, río y ciudad se abrazan en el rito más sagrado.

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