La pandemia de las crisis amorosas

En estos tiempos, no es extraño escuchar sobre crisis amorosas. El agotamiento de no ver a la otra persona en mucho tiempo o verla todo el día tiene sus consecuencias. La psicóloga Liset Castro –fundadora de la Red de Psicólogxs feministas-, señala que la pandemia generó efectos en las personas, que luego se trasladaron a las parejas, afectados por el aumento del estrés, ansiedad e inseguridad.


El primer día de mi vida sin ti
Cosí tu sombra al viento que se marcha
Guardé el suspiro de después de partir
Dejé una carta para mis fantasmas

El primer día de mi vida sin ti
Cubrí recuerdos con sábanas blancas
Soplé en tu cara todo lo que sufrí
Llegó la música hasta mi ventana

El primer día del resto de mi vida – La Oreja de Van Gogh (2013)


Ana mira el celular. Ella está en su auto, estacionada en una calle a oscuras a metros de una plazoleta, donde no había gente –y tampoco luz-. La pantalla del celular se enciende y la enceguece un poco mientras intenta ver qué hora es. El brillo alto y la cortina de lágrimas que tenía en sus ojos, no le permitían ver con claridad la hora.

Ana quita las llaves del auto. Reclina el asiento y se convierte poco a poco, en una bolita. En el auto frío y oscuro, reinaba el silencio hasta que un llanto rompe con él. Las lágrimas brotaban y no podía controlarlas. Por adentro miles de preguntas aparecían en su cabeza: ¿Y ahora? ¿Qué hago? ¿Por qué? ¿Qué hice? ¿Qué pasó?

Ana enciende el auto y se dirige a su casa. No sabe dónde está ni cómo llegar a su casa, pero encuentra la forma. Estaciona su pequeño Ford Ka como puede. Abre la puerta de su hogar y solo esboza dos palabras entre lágrimas:

-Me separé-

La persona que está frente a ella salta de la silla asombrada.

-¿Qué pasó? – pregunta.

Pero Ana no tiene respuestas. No sabe el motivo. ¿La pandemia? ¿La cuarentena? No lo sabe. ¿La pandemia afectó mi relación? Sí- se responde a ella misma- ¿Pero para llegar a romperla?

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Pandemia de las crisis amorosas

La llegada del COVID-19 nos obligó a cambiar nuestra forma de vida y también de relacionarnos con otrxs. Si bien no hay un estudio científico que indique que la pandemia es una causa de ruptura de los vínculos sexoafectivos, la psicóloga Liset Castro –fundadora de la Red de Psicólogxs feministas-, señala que esta generó efectos en las personas, que luego se trasladaron a las parejas.

“Cada vínculo es único y particular, pero podemos pensar que, así como ciertos aspectos de las vidas de las personas se trastocaron por la pandemia –y por la cuarentena-, también se trastocaron los vínculos sexoafectivos y fueron afectados por muchos motivos: aumento de estrés, ansiedad, inseguridad. Aquello que nos afecta de manera individual, indudablemente también afecta a la pareja”, explica Liset Castro.

No podemos asegurar que la pandemia aumentó las separaciones, pero si se puede pensar a esta como un hecho que aceleró o intensificó los procesos de las parejas. Y encontramos varios escenarios de crisis:

  • 1. Agotamiento: el encierro generó que situaciones que podían gestionarse en otros ámbitos y con otras personas, de repente se tuvieran que tratar con la misma persona, en un mismo escenario, al convivir todo el día con ella y genera un agotamiento.
  • 2. Enfriamiento: hubo situaciones donde el distanciamiento social, el no poder verse, hizo que la pareja se de cuenta que no se extrañaba y se produjo un enfriamiento de la relación.
  • 3. Reflexión: salir del piloto automático en esta pausa pandémica y preguntarnos si realmente queremos estar en pareja con esa persona.

Parejas monogámicas y no monogámicas

 “Me parece interesante que podamos pensar que estos movimientos de intensificación de procesos o conflictos se da principalmente en las parejas monogámicas, siendo esta una configuración imperante de nuestra sociedad. En esta configuración, las parejas se encontraron con todas sus necesidades afectivas depositadas en una sola persona –que era su pareja debido a la imposibilidad de encontrarse con otros vínculos que mantenían o frecuentaban previamente a la cuarentena- “, agrega Liset Castro.

La monogamia, según la psicóloga, es un régimen político que ordena los vínculos entre las personas y que, en dicho ordenamiento, se jerarquiza el vínculo de pareja por sobre otros vínculos. Convirtiéndolo así, en uno de los vínculos con más valor en la vida de las personas, por eso, ante el contexto de aislamiento, se dio una sobre carga de necesidades afectivas.

Respecto a las parejas no monogámicas, fue necesario jerarquizar los vínculos sexoafectivos y reacomodar el contrato de pareja abierta, para así priorizar el cuidado de uno de los vínculos sexoafectivos ya que debido al riesgo de contagio y a la imposibilidad de encontrarse con otras personas, hubo un reordenamiento.

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La división de las tareas

Un punto de conflicto más recurrente en esta pandemia de crisis amorosas entre las parejas con hijxs o familias, es el reparto de tareas dentro del hogar. En la mayoría de los casos, las tareas domésticas y de cuidado, recaen en la mujer y eso generó muchas crisis dentro de los hogares. Para poder llevar adelante esta nueva rutina pandémica, fue necesario construir ordenadores de tiempos y de ritmos, revisando los acuerdos, conversando, consensuando y distribuyendo.

¿Qué pasa con aquellas personas que aún siguen en pareja?

Pandemia no es sinónimo de separación. Pero si es sinónimo de nuevas estructuras. Por lo tanto, es clave trabajar a partir del diálogo sincero, revisión constante de las necesidades de cada persona, limitaciones y posibilidades y de lo que cada persona puede dar, generando así una elección libre y tranquila del vínculo.

“Es importante contextualizar y situar el vínculo en el contexto. Entender que, si no se puede proyectar a largo plazo, no significa que el vínculo no tenga proyección sino poder situarlo en el contexto y ver que se puede hacer hoy, ejercitando la flexibilidad y la empatía. La clave es entender que lo que está marcando los ritmos de la pareja es el contexto mundial, por lo tanto, se deben revisar constantemente los acuerdos y contemplar la posibilidad de moverlos o modificarlos”, sentencia Liset Castro, fundadora de Red de Psicólogxs feministas.

En algunos casos, hasta se aceleraron las convivencias, ya que, frente a la cuarentena debido a la situación sanitaria, las personas decidieron mudarse juntas.

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Solo unos meses pasaron de aquella noche donde Ana lloró desconsoladamente. Todavía no sabe si la pandemia fue el motivo de su separación, pero sí que quizás esta aceleró el proceso. La respuesta definitiva no la tiene.

Pero lo que sí sabe Ana, es que la pandemia fue una de las cosas que la hicieron patear el tablero, generando así el nacimiento de una nueva vida, donde el diálogo reina y los contratos se revisan constantemente.

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