¿Cómo se llega a ser una rescatista de perros?

Pensamientos, verdades y mitos en la voz de una mujer que no puede evitarlo: ¨El primer perro callejero que aparece en tu vida, aparece. Al resto, los empezas a ver¨. Tan solo 1 de cada diez perros conseguirá un hogar responsable. Hoy en día se estipula que hay 6 millones abandonados en Buenos Aires.¨No verlos, es una elección¨.


La escena es la siguiente: son las 6 de la mañana y estoy a 30 km. de mi casa. Afuera del auto, es todo descampado, hace 5 grados, y estoy intentando convencer a una galga a punto de parir en la vereda que suba al coche. Mi anzuelo, un pedazo de pan.

Lo logro. Sube. Se acurruca en el asiento de atrás. Vamos directo a casa.

Se vienen días atareados, lo se, ya me empiezo a estresar antes de que lleguen, como siempre. Por qué de nuevo me meto en esto, me pregunto internamente, como es habitual e inevitable en mi, cada vez que hago esto.

A las horas, vamos para el veterinario por control. Al entrar al consultorio, el Doctor Enrique me dice que va a tener MUCHOS.

—Muchos ¿cuántos?

—No se. Ya está muy avanzado. Los bebés ya son grandes y no se pueden contar.

Volvemos a casa, donde tengo un lavadero de tres metros cuadrados. Adentro una galga agitada, en la previa de lo que serán doce horas de trabajo de parto: Pilar parió toda la madrugada, con un caloventor al lado, una noche que hizo 4 grados.

Pero no estaba sola, me senté arriba de un balde dado vuelta y me quedé toda la noche al lado de ella. Lejos, pero cerca. La dejé parir a su tiempo, diciéndole que lo estaba haciendo muy bien. Pilar tenía los ojos gigantes y una mirada tan profunda, que si nos hubiéramos quedado solas 2 minutos más, yo creo que me decía GRACIAS en voz alta y clara.

Esa noche terminó con once cachorritos en mi PH al fondo. El Doc Enrique tenía razón. Fueron muchos. Ya no recuerdo todos, pero les elegimos nombres de lugares, como siempre hicimos con mi pareja, Nico. Desde antes de que se ponga de moda la Casa de Papel.

Nápoles, Lyon, Moscú, Savina, Vigo.. Fueron dos meses difíciles, pero no era nuestra primera vez.



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El primer perro callejero que aparece en tu vida, aparece. Y llevará consigo la insignia de haber sido el primero.

Esa enseñanza llegó a mi con Jaime, nueve años antes. Un mestizo de todas las razas y una cara de torpe increíble.

En ese entonces, vivía con mis viejos. Apareció en la puerta de casa y no se fue nunca más. Rompió toda la serenidad que reinaba (y algunas macetas).

Jaime se enamoró de mi mamá y se creó un lazo muy fuerte entre ellos (a ella jamás le había pasado algo así y creo que se daría cuenta después de su partida). Con tan solo 8 años, dejó este plano terrenal y el mejor legado.

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El primer perro callejero que aparece en tu vida, aparece. Al resto, los empezas a ver. Y cuando te das cuenta que hay perros en la calle, nunca más dejas de verlos. No entendés de donde salen y cómo es posible que sean tantos. Y cuando entendés que sienten, sufren y que están solos, nunca más vas a poder volver a cerrar los ojos.

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Tiempo después de Jaime, con Nico empezamos a nombrar a los perros con la primer palabra que nos inspiraban. Y un día vimos a Guante. Que bien podría haberse llamado botita, o podría haberse llamado “la mejor perra del mundo”.

Guante era una perra comunitaria de la cuadra, hasta que descubrimos que estaba embarazada. Seguía viviendo con mis padres y en conjunto decidimos ayudarla. Por primera vez, íbamos a transitar el maravilloso arte de la maternidad. En agosto del 2010, Guante tuvo nueve cachorros.

Por reloj, nacía uno cada media hora. La cantidad de minutos perfecta que la naturaleza le dio para dedicarle a cada uno la sesión de amor y baños que necesitaban al salir al mundo.

Fue la primera vez que tuve que buscarles un hogar a un grupo de cachorros. Cuidarlos, mimarlos para luego despedirme, previo a conocer a sus adoptantes. Esos cachorros hoy tienen 10 años y caigo en la cuenta que Guante ya tiene 13. Ella quedó bajo el ala de mi padre en la división de perros cuando me independicé, y con ella se quedaron los besos infinitos y dormir juntas en la cama.

Creo que se los dije. Guante es la mejor perra del mundo.

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Una vez me escribieron debajo de una foto: “pero che.. a vos los perros te siguen”. Era una imagen donde buscaba hogar para un cachorro que había levantado de la calle. 

—No, le respondí. No me siguen, los perros están ahí, esperando a ser vistos por alguien que los ayude. Yo solo decido no seguir de largo.

Una perra que vive en la calle sin castrar, puede tener cada 6 meses una camada de 10 cachorros. Tan solo 1 de 10 conseguirá un hogar responsable.

Algunos otros, con más suerte, serán perros comunitarios. Pero el resto morirá de hambre, de frío, atropellado o a causa de alguna de las cientos de enfermedades que pueden contraer en la calle. Y en el medio de su corta e insalubre vida, las hembras traen, cada 6 meses, otros 10 cachorros.

Hoy en día se estipula que hay 6 millones de perros abandonados en Buenos Aires. No verlos, es una elección.

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En el PH donde nació Pilar, viví 4 años. Ojalá el propietario no lea esto, pero en esa casa llegamos a rescatar, curar y dar en adopción un total de 21 perros (incluido el parto de once cachorros). Otros 3 se quedaron con nosotros para siempre.

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Mis padres antes de Jaime, habían tenido perros de raza. Los de moda en los 90: pequineses y ovejeros alemanes. Después de Jaime, nunca más volvieron a pensar en comprar un animal. Jaime y Guante dejaron un mensaje muy claro para ellos, el amor y la lealtad no se compra. El amor se da, el vínculo se cuida, y la empatía debe ser lo primero.

—Lu, ¿estás ocupada? Necesito que me ayudes a traer a casa una perra embarazada que está enfrente al supermercado, me escribe una amiga.

—Ya salgo para allá, le respondo.

Y así empieza todo de nuevo. 

El primer perro callejero que aparece en tu vida, aparece. Al resto, los empezas a ver.

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