El 4 de junio pasado, un rato antes de las cinco de la tarde, a Mara le sonó el celular ? arriba del subte en #BuenosAires. Era su mamá. La llamaba como de costumbre en el horario de finalización de clases para saber cómo volvía para su casa.
—No vuelvo todavía, me voy a hacer un trabajo con Melisa. Igual quedate tranquila, no estoy sola.
Y no. Mara no sólo que no estaba sola, sino que estaba acompañada por cientos de miles de mujeres que marcharon de Plaza de Mayo a Congreso en un grito común aunque heterogéneo.
Con el uniforme de una institución católica, los labios pintados de fucsia y el pelo rapado a los costados, Mara, 15 años, se sumaba por primera vez a la movilización #NiUnaMenos: desafiando las normas de una familia conservadora, sacó un pañuelo verde ? de la mochila ? (en apoyo a la campaña de #AbortoLegalYa) y mientras subía las escaleras en la estación Piedras se lo ató en el cuello como símbolo de liberación y de lucha.
Pronto se perdió entre la multitud de jóvenes estudiantes de diversos distrititos de Buenos Aires. Adolescentes de entre 15 a 19 años, la gran mayoría mujeres, que bailaban ?? y cantaban a favor del aborto, en contra de las instituciones represoras, ampliando el abrazo feminista y condendando al régimen patriarcal y machista.
El corazón latía al compás de los bombos y platillos que comandaron las feministas de todas las edades. Mujeres empoderadas que entendieron que es urgente, que entendimos que es ahora, que alzamos la voz que tanto tiempo se nos fue negada, que no nos para nadie y que estamos haciendo historia. ????????
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