Sin ciencia, no hay futuro: alarma por los recortes en el CONICET

Los recortes presupuestarios implementados por el gobierno de Javier Milei están poniendo en riesgo la continuidad de las investigaciones científicas y tecnológicas en el país. La comunidad científica advierte sobre el peligro de un «cientificidio», término que refleja el temor a la desaparición de toda una generación de científicos y compromete gravemente el futuro de la investigación y desarrollo en Argentina. Un nuevo proceso de «fuga de cerebros». Conversamos con científicos y científicas del CONICET que están sufriendo las consecuencias del ajuste. Alarma por los recortes en el CONICET


Sin ciencia, no hay futuro. No a los despidos en el CONICET. Aquí no sobra nadie. Eso dice una de las banderas frente al edificio del CONICET. Y es una muestra más del Alarma por los recortes en el CONICET de situación en el que se encuentra la ciencia en Argentina. A ocho meses de gestión del gobierno de Milei, el sector científico-tecnológico sufrió una grave reducción de su planta de trabajadores, perdiendo alrededor de 2500 puestos entre los distintos organismos y empresas estatales. En términos porcentuales, implica una caída global para el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) del 3,3% entre diciembre de 2023 y julio de 2024.

La desfinanciación se refleja en la paralización de proyectos ya evaluados y aprobados, la falta de nuevas convocatorias de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), y del recorte de casi 850 becas y el despido de más de 500 trabajadores del CONICET. 

Los recortes no solo afectan a los proyectos de investigación, sino también a los salarios de quienes trabajan en el sector. Hasta fines de junio, los salarios de los trabajadores científicos habían caído un 26% comparados con noviembre del año pasado.

Paralización de la ciencia y fuga de cerebros

Al finalizar el mes de julio, vencieron 930 becas que el gobierno no renovó. El recorte en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) deja hasta el momento a más de 250 científicos fuera del sistema, tras la cancelación de prórrogas para becas postdoctorales, además de la eliminación de 400 becas doctorales.

La situación empeoró en agosto, cuando la presidenta de la Agencia I+D+i, Alicia Caballero, anunció que en 2024 no se abrirán nuevas convocatorias para proyectos de investigación por falta de fondos. Esto resultó en una caída del 30% en las postulaciones a la carrera de investigación científica este año.

En tanto el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), también advierte que el desfinanciamiento de la función Ciencia y Técnica del Sistema Universitario Nacional impacta directamente en los programas de becas de las universidades del país. 

La situación afecta a investigadores en formación y pone en riesgo la continuidad de científicos consolidados, que evalúan ahora la posibilidad de emigrar en busca de oportunidades en el extranjero. Y el fantasma de un programa de gobierno liberal similar a la década del 90 en nuestro país, marca el inicio de un nuevo proceso de «fuga de cerebros», que compromete gravemente el futuro de la ciencia y la tecnología en Argentina.

El llamado de la comunidad científica

El pasado viernes 30 de agosto, bajo la lluvia, cientos de investigadores e investigadoras se reunieron en el Polo Científico de Buenos Aires para manifestar su rechazo a los recortes y entregar un petitorio en defensa de la ciencia nacional, porque sin ciencia, no hay futuro. El documento, elaborado por la Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (RAICYT), cuenta con más de 12 mil firmas. Sin embargo, ninguna autoridad se hizo presente para recibir el petitorio.

«Nos duele ver cómo se destruyen las capacidades del sistema científico-tecnológico nacional, herramientas centrales para aportar al desarrollo de nuestro país», señala el petitorio en un llamado urgente a las autoridades nacionales, legisladores y a la sociedad en general.

El documento subraya la necesidad de tomar medidas inmediatas para evitar la desarticulación de grupos de investigación y la pérdida irreparable de talento científico. Además destaca que «la situación no tiene precedentes desde la recuperación de la vida democrática en nuestro país».

Pasan los gobiernos, la lucha por el CONICET queda

Según el último “Informe de Evolución de Empleo y RRHH del SNCTI” elaborado por el Grupo EPC-CIICTI, el CONICET es el ámbito más dañado: en este organismo de ciencia se recortaron 825 becas y 514 puestos entre administrativos e investigadores de carrera y personal de apoyo.

El Conicet es el principal organismo dedicado a fomentar y financiar la investigación científica y tecnológica en la Argentina. Fue creado por Decreto Ley N° 1291 del 5 de febrero de 1958, y su primer presidente fue Bernardo A. Houssay, Premio Nobel de Medicina en 1947. 

Actualmente es un ente autárquico del Estado Nacional bajo la órbita de Jefatura de Gabinete de Ministros. El personal que trabaja en el Conicet lo hace en distintos puntos del país, distribuidos los diferentes institutos, y organizados en 4 grandes áreas del conocimiento: Ciencias Agrarias, de Ingeniería y de Materiales; Ciencias Biológicas y de la Salud; Ciencias Exactas y Naturales; y Ciencias Sociales y Humanidades.

Desde Escritura Crónica quisimos que científicos y científicas del Conicet compartan cómo impacta en su vida profesional las medidas de recorte, así como también su perspectiva sobre las carencias en la ciencia influyen en desmedro de la sociedad, y por que dar batalla en este campo de lucha por la defensa de una ciencia nacional.

Camila Centeno

Es Licenciada en Biotecnología, egresada de la Universidad Nacional de General San Martín​ (UNSAM) y está cursando el último año del doctorado en el Instituto de Investigaciones biotecnológicas de la misma universidad, con beca del Conicet, que se extendió por la pandemia. Su investigación se refiere al parásito que provoca la enfermedad de Chagas.

«Se trata de ciencia básica, que es muy importante para poder ampliar el conocimiento sobre distintos patógenos, por ejemplo, en este caso para en un futuro saber cómo combatirlos, ampliar el conocimiento para poder desarrollar nuevos tratamientos contra la enfermedad.

El vínculo entre ciencia y educación pública en nuestro país es tan fuerte, que cuando el Estado se hace a un lado impacta en desmedro en tanto ámbitos, que aquí se refleja también en el trabajo de Camila y equipo:

A nosotros nos afecta por varias partes en el Instituto, porque al estar dentro de una universidad pública, dependemos del presupuesto de las universidades públicas para funcionar, desde pagar la luz, el gas, hasta tener papel para limpiar la mesada de trabajo, porque nosotros hacemos muchos experimentos.

Otro obstáculo es que muchos de los laboratorios, por lo menos de biología molecular, para poder funcionar necesitamos comprar los reactivos para trabajar. Dependemos de subsidios del Estado nacional y en general los da la Agencia de Ciencia y Técnica. A veces buscamos acceder a subsidios internacionales o de empresas, pero no es tan común. En nuestro laboratorio tenemos un subsidio que ganamos en 2022. Pero no fue fácil. Hay que postular en un concurso, con un proyecto bien establecido y durante distintos momentos en el año«

Camila también es docente, su salario está quedando por detrás de la inflación, y cuando planifica en su carrera a futuro menciona que

«A mí me gustaría seguir en Argentina y apostar por la ciencia, pero si quiero pensar en hacer un postdoctorado en nuestro país es muy difícil en este momento porque ahora no hay llamados a becas postdoctorales. Yo justo también tuve suerte. Gané una beca de una sociedad de Estados Unidos, y puedo hacer una pasantía en el exterior. Ahora estoy en Cincinnati, en Ohio, tratando de cerrar los experimentos de mi doctorado, porque si yo me quedaba en Argentina, la verdad es que no sabía bien cómo iba a poder terminar las cosas porque no hay plata ni siquiera para comprar los reactivos. La situación de muchos compañeres es desesperante».

Laura Alvarez

Estudió la licenciatura y el doctorado en bióloga en la Universidad de Buenos Aires. Cuenta que ingresó al CONICET en el año 2016. Trabaja en el Departamento de Ecología genética y evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y en el Instituto de Geociencias Básicas, Aplicadas y Ambientales de Buenos Aires (IGeBA), ambos dependen del CONICET.

Desarrolla su investigación en ictiología, que se trata de la ecología acuática, ecología de sistemas de aguas continentales, desde el año 2007.

«Con más colegas, estamos trabajando en un proyecto en el Bajo Delta del Paraná, estudiando la calidad de agua, cuáles son los factores que la afectan, analizando la presencia de patógenos y alertas, aunque todavía no lo comenzamos a ver, atentos a la presencia de microplásticos en el agua. Y sobre todo trabajamos con comunidades microscópicas, como es la bacteria plancton y el zooplancton. 

Hace un tiempo venimos con complicaciones por el tema de la devaluación del dólar y que los insumos nuestros en general, los tenemos que conseguir a precio de dólar. Tenemos un subsidio que estamos ejecutando ahora y no sabemos qué va a pasar el año que viene. 

Para nosotros que trabajamos en ecología acuática, ya sea ríos, arroyos, lagunas, y nos cruzamos con otras líneas de trabajo, como la restauración de cuerpos de agua y el efecto de los agrotóxicos, si nos quedamos sin insumos, las investigaciones peligran en quedar paralizadas  y las consecuencias en la salud de las personas y hábitats.

Estamos muy preocupados y preocupadas, intentando por ahora ir ayudándonos entre colegas entre laboratorios, haciendo el esfuerzo entre nosotros, colaborando para que se sigan realizando los proyectos«.

Matías Blaustein

Es biólogo (2003) y Doctor en Ciencias Biológicas (2007). También hizo la carrera de Filosofía (2023). Es investigador independiente del CONICET y profesor de la Universidad de Buenos Aires en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Toda su formación se integra en la coordinación del Grupo de biología de sistemas y filosofía del cáncer.
La perspectiva de estudio es tan integral y holística, que escuchar a Matias Blaustein permite pensar al cáncer en “sus aspectos celulares biomédicos, pero también sociales ambientales y ético políticos en relación con el cáncer».

«Trabajamos con algunas proteínas claves que participan de los procesos de inicio y progresión del cáncer, son proteínas de señalización celular que en general se prenden y se desregulan en distintos procesos. 

Pero también estudiamos de qué manera los contaminantes ambientales, por ejemplo herbicidas y pesticidas tienen un efecto tóxico en las células humanas, estudiamos qué vidas se desregulan en respuesta a estos contaminantes ambientales. 
Analizamos la agenda de investigación en cáncer, biomedicina y salud en nuestro país y a nivel mundial, justamente para ver qué temas se marginan, cómo influye el lucro farmacéutico en los aspectos vinculados con la salud, de qué manera las poblaciones vulneradas son afectadas, ya sea por incorporar a través del agua y de los alimentos, compuestos tóxicos que les producen cáncer, como el caso de los herbicidas y los pesticidas. O también en relación a contaminantes presentes en los lugares de trabajo como, es el asbesto en las formaciones del subte porteño».

Una mirada de investigacion que esta puesta en la población Argentina, pero también en relación al resto del mundo, de ahí su relevancia de aporte a nivel global de las científicas y científicos de nuestro país

«Advertimos que buena parte de la población de nuestro país, y en general a nivel mundial, no tiene acceso a prevención ni diagnóstico temprano, ni tratamiento. Y por qué en definitiva la agenda de investigación está más enfocada en producir nuevos fármacos y terapias para quienes la puedan pagar y no tanto justamente en estudiar de qué manera prevenir lo que son los nuevos casos de cáncer. En los últimos 30 años a nivel mundial, por más que se han desarrollado una cantidad enorme de nuevas terapias muy efectivas contra el cáncer, el número de nuevos casos aumentó 22%.

Esto es también parte de lo que nosotros estudiamos: evaluamos de qué manera los modos de producción contribuyen a generar nuevos casos de cáncer y por último también estudiamos los aspectos evolutivos y a nivel de ecología de poblaciones tratando de comprender porqué algunas especies de mamíferos tienen más mecanismos de resistencia al cáncer».

En referencia a la situación en el Conicet y puntualmente en su equipo de trabajo menciona que hace muchos años y con distintos gobiernos, los presupuestos son cada vez más bajos, pero actualmente es “desesperante”

«En el caso de la Biología Experimental tenemos que mantener células en cultivo, con lo cual necesitamos dióxido de carbono, o líquido para lo cual tenemos permanentemente de comprar nitrógeno. Tenemos que validar equipos anualmente para preservar su funcionamiento. Todas cosas indispensables para poder trabajar, sea en cáncer, como es mi caso, o como colegas que trabajan al lado mío en Parkinson, en enfermedades raras o en diabetes.

Además de producir la total parálisis del sistema científico, va generando un desguace en el sector, científicos que están dejando la ciencia porque no ven un futuro, o se cambian de trabajo, o se van a hacer ciencia a otros lugares del mundo, en algunos casos se van al sector privado. Pero el sector privado que tiene que ver con ciencia y técnica en nuestro país es incapaz de contener a toda esa cantidad de gente, aparte que tiene otros objetivos, distintos de la ciencia pública al servicio de los intereses sociales.

No le estamos pudiendo pagar a las empresas que nos venden insumos reactivos. Una vez por semana recibo mails de las empresas preguntando cuándo me pagan. Nos estamos endeudando con las empresas con una deuda que en realidad es del Estado, que firmó contratos con nosotros para decirnos que esa plata estaba».

Le preguntamos a Matias Blaustein cómo pensar este presente, e incluso a la ciencia como campo de batalla para el futuro. Sin ciencia, no hay futuro. Sin spoilear su respuesta, una vez más, la salida es colectiva.

«Creo que la única manera, y que también ha sido efectiva en casos anteriores, gobiernos ajustadores, es salir a denunciar lo que está pasando, a visibilizarlo, con movilizaciones, actos, ocupaciones pacíficas y sobre todo tendiendo puentes entre nuestro sector, que no es ni el único ni el más importante, porque este tipo de ajuste está ocurriendo obviamente en un montón de otros sectores, que tienen que ver también con la cultura, con los derechos humanos, con las problemáticas de género, recortes en los programas de salud, que es un genocidio de las personas que padecen cáncer y enfermedades raras que no pueden acceder a medicamentos.

Se trata de poder articular las denuncias y las luchas de los distintos sectores, sobre todo el sector público, pero también del sector privado. Así que se trata en todo caso de visibilizar y luchar para mostrar que este gobierno en definitiva no vino ajustar la casta, sino que así como se siguen aumentando el sueldo y los privilegios, el pueblo está cada vez peor, con lo cual se trata de demostrar que la libertad avanza solamente para unos pocos, que son los que más tienen, mientras que las grandes mayorías están conducidas a una pobreza cada vez mayor».

CONICET, hoy y siempre

Nuestro país invierte apenas el 0,31% de su producto bruto interno (PBI) en ciencia, un porcentaje que se reparte entre diferentes organismos estatales como el Conicet, INTA, INA, CONAE y las universidades públicas. La desinversión no solo afecta a los científicos, sino que también atenta contra el desarrollo del país, amenazando su capacidad para competir a nivel global.

Paradójicamente a la falta de apoyo interno y desinversión, el Conicet, sigue destacándose como la mejor institución científica gubernamental de América Latina, según el Scimago Institutions Ranking (SIR, por sus siglas en inglés), uno de los más prestigiosos rankings del mundo centrados en la evaluación de la productividad científica. De acuerdo a sus datos, en el ámbito público el CONICET quedó 15° a nivel mundial, mientras que la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) salió en la 23° posición.

Sin ciencia, no hay futuro

Antes de ser electo, en campaña, Milei ya desalentaba y amenazó al sistema científico tecnológico. Lo reafirmó la semana pasada, en un discurso en el ex CCK, ante empresarios, cuando se refirió a que los científicos argentinos también son “una casta”, porque creen que el Estado debe «subsidiarles la vocación», y con sarcasmo “los invito a salir al mercado. Investiguen, publiquen un libro y vean si a la gente le interesa o no».

La comunidad universitaria respondió haciendo alusión a la “posición oscurantista con siglos de atraso” con la que “Milei identifica a la comunidad científica y al pensamiento crítico como sus enemigos y niega el valor del conocimiento como base de la riqueza y el bienestar de las naciones”, expresaron en la red X las autoridades @Exactas_UBA

El recorte en el Conicet y la falta de financiamiento para la investigación en Argentina están generando un ambiente de incertidumbre y preocupación en la comunidad científica. La fuga de cerebros y la pérdida de talento joven son consecuencias directas de estas políticas, que podrían tener efectos devastadores a largo plazo para el desarrollo del país. 

Sin ciencia, no hay futuro, y el llamado de la comunidad científica es claro: es necesario actuar ahora para preservar el sistema científico y tecnológico argentino.

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