Una chica de mar

El 29 de septiembre se celebra el #DíaMundialDeLosMares. Se estableció esta fecha para recordar la importancia de su valoración, defensa y cuidado. ¿ Sabías que, cada segundo, se arrojan más de 200 kilos de plástico a mares y océanos? Hoy, conmemoramos este día, con un texto que nos acerca una brisa fresca desde el mar.


Tuve la suerte de criarme entre olas. Sentir la brisa del mar en la cara. Ver, de niña, todos los días la inmensidad del faro que hoy, como adulta, aún siento que traspasa el cielo y llega al infinito. Viví hasta mis 4 años en Claromecó, un pueblo de la costa argentina, característico por su tranquilidad y sus enormes costas.

Mi mamá siempre me contaba que había épocas que venían delfines y que los cuidaban de los turistas, para que no los lastimaran. Mi familia se dedicaba a la pesca, pero no la masiva, sino la del día. Vendían en el pueblo y alrededores.

El 14 de noviembre de 1983, llegó el primer barco: se lo conocía como el barco fantasma porque fue arrastrado por una fuerte correntada del río, yendo a varar a la costa de Necochea, al pie del Faro Quequén con la ayuda de mi tío, pudimos comprarlo.

Día Mundial de los Mares

Barco pesquero en acción

Lo reconstruyeron para convertirlo en un pequeño barco pesquero que mi papá llamó Renegao. Quizás porque era bien complicado de manejar. Le pusieron motor gasolero, cúpula y entrepiso. Llevó tiempo armarlo. La primera vez que lograron meterlo al mar fue ayudado por caballos y tractores.

Después llegó su compañera Pirata juntos realizaban pesca de arrastre. La lancha salía a pescar muy temprano y volvía a la tarde, nunca al anochecer. Cuando algún pescador se atrasaba, salían todos a buscarlo. Siempre eran recibidos en la costa por la gente que iba a comprar lo que traían, o por otros pescadores.

Recuerdo que de chica escuchaba muchas historias de pesqueros, como si fueran el viejo y el mar, me decían que una vez se les apareció una ballena, tirando de lancha en lancha, enredada. Al verla salir con su majestuosa cola, se asustaron. Mamá me contaba que salvaron delfines empetrolados o lobitos de mar.

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Eran otros tiempos. Los recuerdo como tiempos simples, junto al mar. Hoy vivo en el Gran Buenos Aires, sin costa. Extraño el mar. Cuando me entero de noticias de él, como que cada segundo se arrojan más de 200 kilos de plástico a mares, algo en mi se retuerce.

No entiendo por qué le hacemos tanto daño, cuando es imprescindible para nuestra vida. Quizás porque nos olvidamos de algo tan simple, que constantemente me decían de pequeña: si estás mal, metete al mar. Él, cura.

Día Mundial de los Mares

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