Género y ambiente: la relación entre la crisis climática y los movimientos feministas

¿Cómo se relaciona la crisis climática y la desigualdad de género ?


Un reclamo del 8M

Sin ir más lejos, uno de los puntos del pasado 8M de los colectivos feministas fue el pedido de la aprobación en el Congreso de la Ley de Humedales, deuda más que pendiente de la agenda ambiental en un país con más de 600.000 km² de humedales (21,5% de la superficie de Argentina. Pero que sin embargo no paran de desaparecer. Y una de sus consecuencias claves y directas es sin ir más lejos estas olas de calor. Los humedales almacenan más carbono que ningún otro ecosistema.

El ecofeminismo se ve en las prácticas de muchísimas mujeres y disidencias, en sus luchas por la defensa de los territorios, de la salud, y contra todas aquellas actividades extractivas que defenestran los derechos de la naturaleza e impactan en la crisis del planeta.

Hay muchas referentas ambientales que levantan las banderas de defensa de los recursos naturales en sus territorios. Según cifras internacionales, el 60% de las luchas la encabezan líderes mujeres. Un gran ejemplo fue Berta Cáceres: mujer indígena, defensora de los Derechos Humanos en Honduras. Ella alzó su voz por los derechos del pueblo Lenca y en marzo de 2016, la asesinaron en su propia casa.

El 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son las mujeres

Existen diversos estudios científicos que explican que los desastres naturales se cobran más vidas de mujeres que de hombres debido a factores socioeconómicos. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe plantea que las mujeres son más pobres que los hombres. En Argentina “ganan, en promedio, un 29 % menos en el sector formal y un 35,6 % menos en el sector informal”.

Reclamo de tierras en Bariloche, encabezado por mujeres mapuches.

A esto se suma que, según la Organización Mundial del Trabajo, las mujeres realizan, en promedio, el 76,2 % del total del trabajo doméstico o de cuidados no remunerado. Ante este panorama, son las mujeres quienes se ven mayormente afectadas por la crisis climática, por ejemplo, en el acceso al agua, la agricultura, los desastres naturales, la energía y la salud.  Y ni que hablar que las mujeres al estar, en general, abocadas a tareas de cuidado, suelen ser las primeras en detectar las consecuencias de en la salud de problemáticas socioambientales.

Falta de mujeres en puestos de poder

Lamentablemente, las mujeres y disidencias seguimos teniendo una participación baja en los procesos de toma de decisiones, en las distintas esferas del poder. Por mi trabajo, muchas veces me toca conocer historias de cerca con mujeres y niñes como victimas de problemas socioambientales y muchas veces, ellas ya saben cuáles son las soluciones a seguir. Pero no tienen los recursos para salir adelante. El propio ecofeminismo plantea que son “territorios de sacrificio”, estas zonas empobrecidas,  donde se traspasó la barrera de derechos ambientales y sufren las consecuencias directas del sistema de consumo.

Otro ejemplo en nuestro país es también la pendiente ley de gestión menstrual accesible y sostenible.   

Violación a los derechos de la naturaleza

En este sistema, tanto las mujeres, disidencias, como la naturaleza, somos arrasadas, explotadas, no se respetan nuestros derechos. Tanto en los feminismos, como en las luchas ambientales son las mujeres quienes encabezan los reclamos de defensa de nuestros cuerpos, territorios, de nuestra salud.

Las luchas ejemplares en Argentina

Hay muchos ejemplos de estas luchas en nuestro país: de las Madres de Ituzaingó contra los agrotóxicos en Córdoba, las Madres del Agua en Mendoza, la causa Matanza-Riachuelo que la encabezó una mujer como Beatriz Mendoza, o en los 90 con las Asambleas de Nonogasta en La Rioja por las curtiembres que eran organizadas por mujeres, que eran las primeras que veían cómo la contaminación afectaba la salud de la gente, nos damos cuenta que es clave protegernos entre nosotras de la violencia doméstica y del sistema. Existe un paralelismo en estas luchas.

La lucha de mujeres cartoneras por más y mejores derechos, Buenos Aires.

Hace diez años cuando estaba investigando acerca de la basura en González Catán, La Matanza, para el documental Trash, conocí a una mujer, Ninfa, mamá de Lautaro, quien había muerto en una Tosquera en Pontevedra, Merlo. Ella era una madre sola y que nadie comprendía la gravedad de su reclamo. Lautaro fue una víctima del ecocidio porque su pérdida no fue una muerte accidental, sino que fue una muerte consecuencia de la falta de los controles de los pasivos ambientales que genera la industria de la construcción.

Género y ambiente: crisis climática y movimientos feministas

El futuro será ecofeminista o no será. Pero para esto es clave tender lazos entre las distintas luchas y sectores de la sociedad.

En pleno 2020, se frenó el mundo por una pandemia que nos mostró en la cara cómo debíamos repensarnos a nivel ambiental, climático, energético, hídrico y alimenticio; y tanto el feminismo como el ambientalismo somos parte del replanteo de las bases de este modelo. Empezaron a surgir palabras con más fuerza como soberanía alimentaria, agricultura holística, basta de desmontes, fin del cambio climático, soberanía energética, cuidado del agua y Justicia ambiental. Pero los grandes generadores de basura, las grandes industrias y los modelos agroexportadores, durante y después de la pandemia, siguen teniendo los mismo principios contaminantes, con agrotóxicos, sobreexploación de suelo, intoxicación de aguas y especies, etc, entonces creo que debemos realmente generar un cambio de paradigma desde las raíces. Volviendo a tu pregunta, no se si podremos revertirlo, pero sí creo que al menos evitar que se siga profundizando.

Género y ambiente: crisis climática y movimientos feministas. Parte de estas reflexiones fueron resultado de una entrevista realizada por Yo Fermina a Agustina Grasso (Cronista millennnial) para Filo News

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