Sola me gusto: masturbación femenina al poder


Para escribir este texto me pongo cómoda y me imagino que estoy haciendo lo que más me gusta: tocarme. Soy de las que piensa que después del orgasmo, la vida es más bella.

Seré honesta: no recuerdo a qué edad empecé a masturbarme. Pero desde ese día, hasta hoy, lo hago todos los días: en las mañanas o en las noches. Rodolfo ha sido ese “amigo, novio y amante” que ha estado en las buenas y en las malas. Un consolador, tres en uno, ¿para qué más? Nunca me ha decepcionado: no me ha roto el corazón y, al contrario, me ha hecho ver todo el sistema solar. Una delicia, lo sé. Aunque -aquí entre nos- mis manos no han sido la excepción, saben hacer lo suyo.

Nunca he sentido vergüenza en hablar del tema y tampoco he sentido culpa. Cuando tenía relaciones con mis parejas, les decía:

—Bebecito, ahora es mi turno.

Y era mi momento…solamente yo.

Estando en Barcelona, conocí a dos mujeres que se animaron a más y empezaron a hablar de la masturbación femenina en todos los sentidos y con todos los poderes. Sin miedo. Sin tabúes. Y con muchas ganas de mostrarnos que quizá nunca hemos estado solas: cada una en lo suyo, pero con un placer compartido.

Larissa Pagán y Naza Dos Santos se hicieron amigas gracias a la masturbación. Todo empezó cuando Larissa de Puerto Rico y Naza, española, se hicieron compañeras de piso en Barcelona. Un día, en medio de una charla, inocentemente Larissa le dijo a Naza:

—Acho loca, yo tengo 22 años y me masturbé por primera vez a los 21.

Para sorpresa de Larissa, Naza le contestó:

—Tía, yo tengo 24 años y me masturbé por primera vez a los 23.

En ese momento, descubrieron que algo no estaba bien.

—Yo soy de Puerto Rico. Como latina, siempre vi a España y a Europa como un lugar liberal que estaba por encima de todos en temas de sexualidad, pero no -comenta Larissa, con su acento caribeño.

En medio de tantas preguntas que no tenían respuesta, se dieron cuenta del tabú que compartían las dos, a pesar de ser de diferentes partes del mundo. Por eso, decidieron hacer algo más y crear Sola Me Gusto un proyecto que habla sobre masturbación femenina.

—Sola me gusto empieza con la idea de ser un libro. Era todo un reto porque yo soy una comunicadora disléxica y era el momento perfecto para que Naza, ilustradora, se centrará en ilustración erótica.

Naza tenía claro que no querían caer en el “chiché” de sexualizar a la mujer y querían profundizar más, en todo el sentido de la palabra: quisieron que niñas desde los 13 años pudieran leer un libro y se empezaran a informar y a hablar del tema.

—Nunca me había puesto en frente de un espejo a mirarme la chocha y fue súper lindo porque se ve transmitido en el libro: nos hemos educado un montón y no tenemos miedo a hablar de ello. El nombre de Sola Me Gusto sale de los cinco sentidos: sola me gusto, me escucho, me huelo, me veo y me toco. Yo voy contando durante los cinco sentidos cómo yo llegué a donde estoy ahora mismo -explica Larissa.

***

Por años, se ha visto y escuchado a los hombres hablar sobre cuánto y cómo se masturban. Sin embargo, entre mujeres sigue siendo un tema con poca visibilidad. ¿Por qué? Hay varias hipótesis: puede ser que una mujer lo haga, pero les cuesta admitirlo; o puede ser que no lo hagan porque creen que ‘no lo necesitan” o también “porque para eso tienen novio”.

La falta de educación sexual es una de las causantes de este desconocimiento. Entonces la pornografía termina siendo un modelo a seguir sin ser conscientes del machismo implícito en esa clase de sexualidad.

—¿La sociedad no coincibe que una se pueda masturbar?- le pregunto a Naza

—Exacto. El desconocimiento se junta con el machismo y el egocentrismo de los hombres. Vemos un porno que parece “Uy, el porno”. Sí, pero ese porno está lleno de penetración a tope y entre las miles de categorías que hay, hay pocas de mujeres masturbándose: o te tocás para el hombre y no para ti. Eso lleva a que en las relaciones heterosexuales no se salga de “lo normativo”.

Francesca Gnecchi, comunicadora argentina y diplomada en sexualidad, coincide con esto y explica por qué aún cuesta hablar del tema. “Desde que estás en la panza de tu mamá ya empiezas con la exploración de tu cuerpo y después continua durante toda la vida. El tema es que por tantos tabúes y educación, que muchas veces tiene que ver con la religión, la masturbación aún se toma como un pecado”.’

La masturbación femenina tiene muchos beneficios: es medicina para el dolor menstrual, genera oxitocina, reduce el stress, previene infecciones, ayuda al mayor autoconocimiento, colabora con saciar el deseo y no terminar metiéndose en la cama con cualquiera. Y lo mejor de todo es decirle adiós a las culpas. Aquí se puede dejar volar la imaginación y no hay tapujos. Mandamos nosotras.

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Su hija, como llaman a la diaria, fue auto gestionado totalmente por ellas. Fueron nueve meses de entrevistar a más de 60 mujeres de todo el mundo. Finalmente, quedaron quince historias anónimas de mujeres de distintas partes del mundo.

Me decidí a hacer algo parecido y le pregunté a amigas y conocidas si se animaban a contarme sus experiencias:

(Valentina,  23 años, Colombia)

 Mi primera masturbación fue a mis 13-14 años, ya no recuerdo con exactitud. No sabía cómo hacerlo, y tampoco sabía qué estaba haciendo. Recuerdo bajar mis manos, meterlas entre el pantalón de la pijama y experimentar. Sentir el clítoris, sentir su forma, darle sentido y entender qué era y cómo era. Empecé a mover mis dedos suavemente hacia los lados y de forma ovalada, como por una suerte de azar sabía que era mejor así. Sin embargo, falle al menos las primeras dos veces. Por inexperiencia o vergüenza. No lo hacía seguido porque algo me decía que estaba mal. No sé si la religión o ese tabú que sobre todo se da con las chicas.

(Florencia, 26 años, México)

A los doce años me empecé a masturbar. Durante esas noches sentía algo extraño en mi cuerpo y no entendía qué era pero acercar mi mano por debajo de mi pijama me calmaba. Una estela de culpa me envolvía, mejor paraba y olvidaba lo que sentía. Un año después, me empecé a juntar con un grupo de amigas mayores y más experimentadas con las que me gustaba platicar sobre lo que nos pasaba en nuestro cuerpo, e incluso una vez vimos juntas una de las películas soft porn de Emmanuel que pasaban por la televisión de cable después de la media noche. Éramos abiertas cuando hablábamos del tema y eso nos permitió que algunas de nosotras nos sintiéramos libres para masturbarnos juntas, cada mano con su vulva, juntas pero no revueltas

(Florencia, 26 años, Argentina)

La primera vez que me masturbé tenía 20 años. Sin embargo antes, a mis 17/ 18 años, había intentado algo. Lo hice en la habitación que tenía en casa de mis padres, al levantarme de una siesta. Lo primero que sentí fue satisfacción, pero también debo admitir que también culpa. Culpa porque yo tenía una pareja, entonces no concebía esta idea de autosatisfacción. Además de que no era un tema que se hablase como hoy día.

(María, 27 años, Venezuela)

Tuve una crianza machista. A mí, por ejemplo, nunca me hablaron de sexualidad hasta los 14 años. Como buena millennial, ante las dudas, buscaba todo en internet y leía lo que podía. Tuve mis primeras relaciones sexuales a los 19 años y después de varias me di cuentas de que nunca llegaba al orgasmo: creí que tenía un problema. Un día busqué en Internet: “¿Cómo masturbase?” y tras leer un par de tutoriales empecé a tocarme. Las primeras veces me costaba mucho entender lo que estaba sintiendo y seguí intentándolo pero no pasaba nada. Hasta que una vez llegué  y fue:  «¡Wao! esto es lo que llaman orgasmo».

(Nemesis, 26 años, Puerto Rico)

La primera vez que me toqué, no sabía que me estaba masturbando. Solo me dejaba llevar por ese rito entretenido, relajante y que me hacía dormir después de un día largo de escuela. Tenía algunos once años. Desde ese entonces, la masturbación y yo somos inseparables. Pero las técnicas han ido cambiando.

(Carmen, 23 años, El Salvador)

 Recuerdo la masturbación desde mi infancia. Un día, habré tendido seis años, mientras me acostaba boca abajo, junté mucho mis piernas y me sentí bien, en ese momento no comprendía lo que hacía pero seguí haciéndolo. A medida crecía y de manera muy intuitiva, la técnica fue mejorando, no sabía lo que hacía, pero sentía que estaba mal. Fue mi mayor secreto por mucho tiempo. A los 13 años, encontré  un libro que hablaba sobre el sexo y placer en la mesa de noche de mi madre.

***

Larissa y Naza hoy son referentes de la masturbación femenina y quieren llegar a todos los espacios posibles. No les da miedo ni pudor hablar del tema. Han creado una red para que amigas hablen del tema y se pasen el libro entre ellas.

Definitivamente, ya no estamos solas.

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