#SomosMillennials

Hace varios meses, leí en un tweet: «si a Hillary sólo la hubieran votado los millennials, no hubiera ganado Trump».

 ¿Yo soy millennial, no?, me pregunté.  Sí, porque los millennials nacimos entre 1981 y 1995. Es decir, tenemos entre 21 y 35 años. Nos hicimos «adultos» en medio del milenio.

Me aburrooooo ?

Confirmado: soy millennial.

Hace unas semanas, fui a un evento de medios, chicas y tecnología. “Qué buen momento para estar vivas”, me dijo una compañera, mientras daban a conocer nuevas apps y plataformas con mirada de género. Cuánto optimismo, pensé. Últimamente hay mucha gente con caras largas. Su sonrisa fue como un emoticón, pero de carne y hueso. Nos sonreímos: una millennial le sonríe a otra millennial. Compartimos códigos, nos entendemos.

Estimo que a los homosapiens -mientras cazaban y pescaban- seguramente les debía pasar lo mismo.  “Qué buen momento para estar vivos”, le decía uno al otro, cuando en su tiempo libre pintaban pinturas rupestres.

—Los millennials no quieren que se les hable difícil, no quieren perder el tiempo. Le gustan las noticias que van al grano, cercanas –decían en el evento.

Pero al toque mi cabeza se dispersó. Me pongo a pensar en nuestra identidad: nosotros teníamos la materia computación en el colegio. Una tortuga llamada Kika nos enseñaba sobre comandos, antes de que existiera el mouse. Algunos hasta fuimos a clases de computación particular para aprender a usar Windows 3.1. Para conectarnos a internet, había que gritar “¿alguien va a usar el teléfono?” y si te decían que no, enchufabas el cable y sonaban unos sonidos que parecían silbidos de otro planeta.

Mi primer celular me lo compraron por lástima: mi mamá se perjuró no darme una cajita boba hasta que se enteraron que tenían que operarme del corazón. Recuerdo ese momento como un episodio épico. Fuimos a una casa de electrodomésticos y ahí estaba en exposición: era un Sony Ericson T102. Creo que si lo busco, aún debo tenerlo guardado.

Las personas mayores -los pre millennials- cuando hablan de nosotros parecen estar más perdidas que un disquette: se rehusaron lo más que pudieron incorporar la tecnología a sus vidas, a usar celular, a unirse a las redes. Aunque la actualización viene lenta: continúan repitiendo una y otra vez que el mundo antes era mejor.  

Uno de los mayores problemas que tenemos los millennials es que no nos entienden y tampoco sé cuánto entendemos a nuestros padres: ellos se convirtieron en inmigrantes digitales en la mitad de sus vidas. Tuvieron que aprender de cero un nuevo idioma: el de las salas de chat, ICQ, MSN, Facebook, Twitter y los más osados, Instagram. Eso mismo le pasó a Hillary y también a Trump.

Y ahí radica el mayor de los problemas: en el abismo digital. Los millennials nos llevamos el mundo por delante porque hacemos todo más rápido que los demás o porque si tenemos un problema, lo googleamos. No es que nos pensamos que descubrimos la pólvora, pero ya inventamos el fueguito de la app que simula una chimenea. ?? 

En fin, no quiero aburrirlos. Todo esto para decir que ganó Trump y los millennials no lo votamos. Una buena para nosotros.

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