Comida o industria: ¿Qué esconden nuestros alimentos?

¿Qué hay detrás de los alimentos que llegan a la mesa? Esa es la pregunta que abre el tercer episodio de Hilo Verde. El recorrido incluye un análisis de los cinco alimentos más consumidos del mundo, el uso de agroquímicos en su producción y cómo la industria impacta en la salud y en el ambiente. Entrevistamos al médico Damián Verzeñassi, desde Rosario, y al biólogo Rafael Lajmanovich, investigador del CONICET.


Comida o industria: ¿Qué esconden nuestros alimentos? Hasta hace unas décadas, la huerta casera o la cercanía con el campo hacían que los alimentos tuvieran una trazabilidad casi evidente. Hoy, en cambio, la mayoría de lo que comemos llega de supermercados y almacenes. La rapidez y la vida a contrarreloj hacen que la comida sea cada vez más un trámite que un acto consciente.

Pero detenerse a pensar de dónde viene lo que comemos abre un escenario inquietante: Argentina consume, en promedio, 12 litros de agroquímicos por persona al año.

El salto exponencial

En las últimas tres décadas, el uso de agroquímicos en Argentina creció de manera exponencial: pasó de 40 millones de litros en los años noventa a más de 420 millones en la actualidad. El país lidera, además, el ranking mundial de consumo por persona. 

El biólogo e investigador del CONICET, Rafael Lajmanovich, advirtió: “Somos uno de los países que más cantidad de glifosato usa por hectárea, y también tenemos varios rankings bastante tristes”. Ese herbicida, explica, se convirtió en el más extendido desde la introducción de la soja transgénica a mediados de los 90, un punto de quiebre que modificó por completo la producción agrícola y los ecosistemas.

Los impactos no quedan solo en los cultivos. “Hicimos un trabajo en el río Salado, en la provincia de Santa Fe, en donde hallamos los valores de residuo de glifosato más altos registrados en el mundo en peces”, contó Lajmanovich. El veneno circula, se acumula y termina afectando a la biodiversidad y a las personas.

Comunidades fumigadas

El médico Damián Verzeñassi, director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, coordinó durante nueve años los Campamentos Sanitarios en 40 pueblos fumigados, entrevistando a más de 140.000 personas casa por casa. Los resultados fueron alarmantes: “En estas localidades el principal problema de salud era la hipertensión, pero el segundo principal problema de salud era el hipotiroidismo”, señala Verzeñassi, y agrega que también se detectaron “una cantidad de casos de cáncer que no había en Argentina” y malformaciones congénitas por encima de la media nacional.

Verzeñassi advierte que la liberación de agroquímicos es incontrolable y que no existen métodos seguros de aplicación: “Eso es lo que permite desmontar el discurso, el falso discurso de las buenas prácticas agrícolas. O sea, si hay veneno, no hay buena práctica”. Su investigación, publicada en 2023 en la revista Clinical Epidemiology and Global Health, concluye que vivir en comunidades expuestas a agroquímicos aumenta 2,5 veces el riesgo de morir por cáncer entre los 15 y 45 años, evidenciando cómo la agroindustria impacta directamente en la salud humana y ambiental.

¿Qué hacer frente al modelo?

El debate sobre la producción de alimentos está abierto en todo el mundo. En Argentina, colectivos socioambientales y productores agroecológicos impulsan alternativas para reducir la dependencia de químicos: huertas, ferias orgánicas y redes de consumo responsable. Estas iniciativas también buscan que las comunidades puedan decidir qué consumir y cómo producirlo, recuperando cierto control sobre la forma en que se generan los alimentos. Todo bajo el concepto de soberanía alimentaria.

El tercer capítulo de Hilo Verde funciona como espejo y como llamado. Un espejo de lo que significa el agronegocio en términos de contaminación y salud, pero también un llamado a repensar la relación con los alimentos.

Porque lo que ponemos en el plato cada día no es solo comida: es el reflejo de un modelo. Y la pregunta que queda abierta es si ese modelo lo vamos a seguir sosteniendo o si nos animamos a transformarlo.

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